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LA GERIATRÍA Y DON QUIJOTE

Una vez terminado el VIII Congreso de la Sociedad Navarra de Geriatría y Gerontología, que celebramos conjuntamente con nuestros compañeros de la Asociación Vasca de Geriatría y Gerontología, Zahartzaroa, entre los días 5 y 7 de mayo, me veo en la necesidad de transmitir una serie de reflexiones.

La primera es la de gratitud hacia todas las personas que han contribuido directa e indirectamente a la exitosa realización del evento. El perfil multiprofesional de las personas participantes en nuestros congresos, también en éste, es tan variado como enriquecedor. Hay que sumar y subrayar la participación de familiares, de ancianos y de personas con discapacidad que se han integrado de manera excelente en la dinámica científica. Se agradece la preocupación por la Geriatría que algunos medios tan bien han sabido captar y esa sensibilidad exquisita hacia una vivencia personal y un fenómeno social inexorable, que con frecuencia genera rechazo, como es el del envejecimiento y la discapacidad a causa del pragmatismo, el individualismo y el hedonismo, actitudes que impregnan gran parte del imaginario colectivo de nuestra sociedad.

El lema elegido para el congreso ha sido: “Cuidar: Ciencia y Conciencia”, porque cuidar no consiste solo en atender, asistir u ocuparse; cuidar significa también proteger a la persona dependiente, querer conservar sus gustos y aficiones, además de  sus funciones; cuidar equivale a respetar y preservar sus deseos y voluntades, esmerarse en la atención, interesarse y dedicarse. Se trata pues, de una alianza equilibrada entre saberes científicos rigurosos y atenciones caracterizadas por la cercanía, sintonía y empatía afectivas en el cumplimiento de un deber profesional asentado en sólidos principios éticos.

El envejecimiento demográfico constituye uno de los desafíos sociales más importantes para la sociedad actual y futura, al que no siempre, desde instancias privadas y públicas, se le presta la necesaria atención. Por razones de estricta justicia, nuestros mayores, hay que recordarlo una vez más, deben estar plenamente integrados en la sociedad y tener oportunidades de participación social y económica, a la vez que disfrutar de los recursos sanitarios acordes a sus necesidades. La prolongada crisis económico-financiera nos obliga a repensar los pilares de nuestro estado de bienestar y establecer nuevas prioridades, lo cual no resulta fácil. Es de sobra conocida la existencia de muchas personas mayores viviendo por debajo del umbral de la pobreza y, al mismo tiempo, la contribución decisiva de numerosos pensionistas, ejemplo de solidaridad intergeneracional anti natura, al mantenimiento de otros tantos hogares formados por sus hijos y nietos.

En este contexto, el modelo sanitario de atención a los ancianos, avalado por la Geriatría y la Gerontología desde hace más de 75 años y posteriormente plagiado por otros sistemas, ha demostrado su capacidad de ayudar a nuestros mayores optimizando los recursos disponibles. Sin embargo, dada la generalizada impermeabilidad del estamento médico, dicha filosofía clínica no ha conseguido llegar a empapar todos los sectores poblacionales que podrían beneficiarse. Y es en estos congresos donde de forma periódica surge la asociación de nuestro querido Don Quijote con la historia de la Geriatría. De manera metafórica, los geriatras y gerontólogos, tenaces a ultranza, se convierten en héroes casi absurdos, tanto por sus pasiones como por sus tormentos. Una vez tomada conciencia de lo absurdo del bucle que significa la demostración de la mejor de las evidencias científicas cuando no se quiere ver, se acepta el absurdo, lo irracional e irrazonable de la situación, y podemos escoger entre la aceptación y la rebelión.

Nosotros optamos por la rebelión. La Sociedad Navarra de Geriatría y Gerontología, que en 2016 celebra sus 25 años de historia, va a seguir luchando por sus ideales, de manera conjunta con todas las entidades y estamentos que de forma directa o indirecta pueden ayudar a mejorar la calidad de vida de los ancianos. Con las asociaciones de jubilados, con los políticos, con las universidades, con las familias y, por supuesto, con los propios ancianos, que a fin de cuentas representan la esencia de nuestra sociedad. Tenemos por delante el reto trascendental e imprescindible de lograr un profundo cambio cultural y sanitario en todos los niveles, para proteger a este sector poblacional vulnerable, centinela de la justicia social. La Geriatría es una especialidad con “alma” propia que nos arrastra de una manera casi irracional tras unos ideales que, aunque alejados del modelo actual, paradójicamente se convierten en la realidad cotidiana. El envejecimiento, lejos de ser considerado solo como un problema, supone una oportunidad única. Única para demostrar nuestra sensibilidad y justicia, y única como medio de proporcionar a nuestros mayores la mejor de las evidencias científicas. Sin precisar del alto grado de tecnología requerido por otras especialidades médicas, en la Geriatría prima a menudo un mayor grado de sensibilidad y empatía, una mayor proximidad y afectividad; en definitiva, un singular toque humanizador que de modo especial la Geriatría y la Gerontología pueden aportar.

Una terapia integral.

Dr. Nicolás Martínez Velilla es el presidente de la Sociedad Navarra de Geriatría y Gerontología.

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